A través de un espejo puedo ver el tiempo, un tiempo concreto u otro más desdibujado.
Ante cualquier tipo de duda, me quedo con el tiempo y momento, concretos porque son atrayentes como imanes.
Bajo ningún concepto se borrará de mi memoria ni de tantos rincones de mi ser. Aquello que es sublime, se graba en la mente para siempre.
Cabe la duda, si a todo el mundo le sucede o no lo mismo que a mí.
De saberlo no me lo cuestionaría, aunque mejor no hacerlo, no tendré tampoco la respuesta o no la quiero. Todo el mundo no soy yo y yo, no soy todo el mundo. Cada uno con sus ideas y su manera distinta de caminar.
Desde luego, ahora me apetece plantarme en un espacio de tiempo corto, en unas pocas solo, aquellas que pasan, como si hubieran sido segundos.
En algún momento, a alguien se le ocurrió inventar algo llamado tiempo, que a veces es eterno y otras vuela tan alto que es imposible controlar.
Entre medio de una u otra opción solo existe una cosa en común, el lamento de no tener más remedio que atenernos a seguir caminando al paso de los minutos, queramos o no.
Hacia donde voy a ir. Las cosas malas vienen solas o te las sirven a cuchillo para amargarte la existencia. Por lo que…
Hasta aquí, ¡paso! Me quedo con esas volátiles horas que tanto llenan mi depósito de emociones positivas, aquellas que te pasan por la mente como una gran película, esas, que te hacen despegar. Esas que te sirven para levantar los días más disipados y pusilánimes.
Para sentir al máximo, no hay que pensar. Fluir, dejar que todo aquello que no conoces y que sin embargo te rodea, se vuelva invisible. Solo importa la mirada de esa persona que tienes justo sentada enfrente de ti. Esa mirada que te va desnudando sin darte cuenta, sin tocarte. Hasta que, sin esperarlo se cruzan algo más que miradas. El frío se desvanece y el calor va ascendiendo sin mesura.
Por un segundo, bajas la cabeza o miras a un lado por alguna insignificante distracción y al volverte de nuevo, te encuentras con un choque de trenes en forma de labios. Te paralizas por una milésima de segundo y te das cuenta que ese choque no ha dolido. Lo que ha hecho ha sido endulzarte la boca y darte cuenta que el calor que tenía desde hacía un buen rato tenía razón, muy buena razón de ser. Ese, es el inicio del huracán. El darte cuenta del placer que te ha dado ese beso.
Según para el tiempo, los besos se vuelven más intensos, más largos, más profundos.
Sin saber cómo, el escenario ha cambiado pero los actores siguen siendo los mismos y la verdad es que están mucho más cómodos para dejarse llevar, para girar hacia el lado que se desee. Porque justamente eso es lo que no falta, deseo.
So! Paras por un momento para pensar hacia donde vas. Y, ¿qué importa? Acabas de iniciar un camino, seguramente serpenteante y complicado, o no. Pero ¿es momento de pensar? Nooo!, es momento de seguir aleteando y ver como van pasando casi transparentes nubes a tu alrededor.
Sobre … ¿una cama? Es una de las múltiples posibilidades, pero jamás la única.
Tras cualquier persona que disfruta cada instante, está su ansia por compartir su imaginación esperando que ésta sea aceptada, así como sus deseos, sus sueños. Y si se encuentra con un sí, se alegrará tanto que le temblarán los cimientos y pondrá una condición: «en las siguientes horas los sueños que hacemos realidad, son los tuyos».
¿Seguimos? Porque hay más, siempre podemos tener más para ofrecer, más por lo que latir, vivir….Tenemos tantos momentos escondidos tras la espesa niebla de nuestro día a día que no nos podemos quedar ante el espejo y en las Pre-posiciones.