Su edén

La hoguera donde arden los cuerpos, amantes, soldados como si fueran un solo ser. Ese lugar ansiado cada día, donde él quería morir en vida, el edén más cercano y la mujer por quien siente el deseo más extenuante que jamás tuvo.

El tiempo no pasaba cuando ella no estaba cerca, tampoco quería detenerse cuando estaba a su lado. Soñaba despierto, su garganta se secaba por momentos, sedienta, impaciente por volver a beber del cuerpo que tanto le llena.

Picnic

Perdida

¿Se puede saber donde la metí? No la encuentro por ningún lado. No está en la mesa del comedor, ni en la nevera; tampoco en mi cajón desastre. Es desesperante ver que tampoco mi almohada sepa nada de ella.
Necesito que aparezcas, quiero recordar tú nombre.
¡Al fin te encontré! Encima del sofá donde esta tarde eché la siesta. Ahora empiezo a recordar que te olvidé.
Lo siento Memoria pero es así.
L

En ti

Para qué despertar? No hay necesidad ni ganas de hacerlo. Demasiado bien se está en este momento como para ponerse a pensar en levantarse, en despojarse de este edredón cálido, cómplice del sueño vivido esta noche. Para destapar mis deseos encontrados, que fueron perdidos hace mil noches.

Un amanecer no deseado ya que sin tí no hay mañana buena ni Sol que valga. Mientras vague el aroma a tú ser, me mantendré quieta, cubierta por lo que fue cómplice de nuestro descontrol nocturno. Esperaré a que vuelvas, aunque las horas se hagan eternas, lo se. Mientras dormiré porque en tí, está mi despertar.

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Volvería a esperar

Mientras estaba sentado en uno de los viejos bancos de madera de la estación, desgastados por el tiempo transcurrido, por la lluvia y por el Sol, que los bañaba de rayos llenos de calidez durante tantos meses y largos años. Esperaba con la rutina pegada a sus pies, la llegada el tren que le llevaba a diario a casa, pero fue el primer día que vio al otro lado del andén, a una chica alta, de pelo castaño, largo y de un brillo realmente llamativo. Supo entonces que ya no habrían más esperas rutinarias. Si, volvería a esperar al día siguiente a su tren, con la ilusión de volver a ver pasar ante él, esa inquietante figura, el alimento de su sueño y el saciador de su sed.

 

Tren 1

Reflejos

Escuché el crujir de las hojas muy levemente. Era un sonido lejano. Al mismo tiempo una brisa quería jugar conmigo e iba i venía a mi lado, haciéndome cosquillas en mis imperceptibles oídos a la vista de cualquiera. Creí que quería contarme algo cada vez que se acercaba y que al estar junto a mí, se cortaba y huía por falta de atrevimiento a articularme palabra.

Poco a poco, notaba que ese quebrado de la hojarasca seca más sonoro. Ciertamente todo aquel manto llamaba gratamente la atención. Estaba repleto de colores tostados por el calor que el Sol les dio durante los meses de verano, dejándolas adormecidas por esa calidez tan soñada en los meses de largo frío y haciendo que ese sueño, las hiciera desprenderse de las ramas de los árboles cercanos, cayendo lentamente desde ciertas alturas hasta llegar al suelo sin notar que su aterrizaje fuera brusco, para nada; solo al despertar fue cuando se dieron cuenta de que su antigua casa quedaba a varios metros de altura.

B

Verde, es más que un color

Donde va alguien persiguiendo una falda que aletea por gracia del viento que sopla en esa esquina. Siempre espera en el mismo lugar, bien controlado lo tiene, aunque ella no había pasado antes por allí, al menos no lo recordaba.

Ni siquiera le ve la cara, tampoco le interesa, prefiere imaginar. Ni se fijó en su figura, tampoco en sus andares. “¡Qué más me da!”, piensa mientras se sonríe. ¡Qué pena que no le interese! Una espalda esbelta casi sin fin, solo delimitada por una media luna que ansía que la rozara, casi sin tocarla, unas manos tersas al mismo tiempo que fuertes y cálidas, masculinas y de joven piel.

La tela se eleva hasta volverse del revés. Ella se altera, intenta chillar aunque de sus frágiles cuerdas vocales solo llega a desprenderse un mínimo quejido. Se gira a un lado y al otro, esperanzándose de que quizás nadie la vio. Por poco lo consigue, aunque la persona está muy cerca, justo detrás del cristal de un pequeño bar. Está tan fuera de sí como ella.

A

Como una fuente

Emanaba de sus ojos la sal vestida de color gris perla. El Sol ayudaba a que el brillo que tenía, fuera aún más espectacular, si es que cabe esa posibilidad. Mientras bajaba por cada una de sus mejillas cada vez con más fuerza, tal y como lo hace una fuente natural en primavera, con fuerza, despidiendo al gélido invierno con rabia por tantas cosas que le calló durante tres largos meses, su color se iba aclarando, se hacía cada vez más invisible a los ojos de quienes lo miraban.

Poco a poco llegaron a su cuello, humedeciéndolo por fuera cuando necesitaba encontrar alguna grieta en su piel, clamaba que por algún poro empezara a resquebrajarse para así, poder adentrarse en su ser y matar  su interna sequedad.

L

Un poco de mí

Soy una escritora que a veces he sido constante en mi tiempo de redactar sintiendo lo que escribo y otras doble la esquina donde me encontré una butaca en la que eché una cabezadita y donde olvidé de mí y de mis pensamientos.

Quiero que este sea un espacio donde el tiempo no pase, al menos en balde. Deseando que todo aquel que me lea se pueda reflejar en algún que otro momento en alguno de mis escritos.

Plasmaré aquellos escritos que fui publicando en varios lugares, perdidos en un lugar y espacios indeterminados. Ansiaban encontrar el calor de un hogar, el suyo propio. Espero que ahora que lo tienen, sean más felices.

Espero compartir muchas letras e inmensas emociones.