Imperfección

De qué vale acertar a la primera, cuando equivocarse mientras se espera el acierto tiene más misterio.

Prefiero no dar con la respuesta exacta la primera, no lo hago queriendo pero no soy la perfección hecha persona, sino el error vestido de humana. Es más divertido así. No hay nada a temer, a perder y en cambio muchas cosas a descubrir mientras fallas.

Porque ese miedo lo único que va a conseguir es que no fluyas ni sientas, que no seas capaz de darle la vuelta a la tortilla.

Y si no te equivocas, pues mejor, luego ya te pegarás el batacazo. La seguridad absoluta no existe al igual que la razón. Falla, una y otra vez, pero eso es el signo de que lo habrás intentado y eso es lo que marcará la diferencia entre hacer y no hacer.

Dicen que es mejor hacer las cosas bien que solo intentarlo, pero yo creo que intentarlo también es una opción mientras llega ese: «esto está bien».

El que no intenta no juega, no participa ni se arriesga y el que no juega se acaba aburriendo, enraizándose a la nada, a la quietud, al miedo.

Las cartas están sobre la mesa, Y si no es buena mano, no pasa nada, van a ver más cartas por jugar, te lo aseguro.

Nadie más que tú puede saberlo.

No desesperes.

La recompensa será tu perfecta imperfección.

Te prometo que no todo tiene por qué salir mal, siempre habrá una gran oportunidad, solo si la buscas, eso sí.

Siente orgullo por haberlo intentado, porque mientras otros están tirados en su sofá, tú estás ahí fuera realizando lo que te llena y por lo que has venido a luchar.

Porque para pasar de ‘A’ a ‘B’ vas a tener que cruzar un camino lleno de piedras, un puente colgante y eso que tú eres el rey del vértigo. Y en cambio, ahí estás, paso a paso cruzando un puente que no para de balancearse y mientras oyes el crujido de la madera sobre que pisas mientras intentas llegar al otro lado.

Tropiézate con las pequeñas piedras, llegarán momentos que las verás gigantes. Cuando menos te des cuenta, las habrás saltado. No serán las únicas que encuentres, en ese sendero, antes o después, encontrarás más. La constancia será la que te ayude a seguir sorteando las barreras que te encuentres a tu paso.

Siéntete libre de caminar por donde quieras. Deja atrás la seguridad, somo personas no máquinas. Sentimos, padecemos, reímos y lloramos. Nunca estarás solo. Siempre tienes una mano amiga que estará en todos tus momentos, en tus altibajos y en tus subidas de ánimo.

¿Nos equivocamos cien veces más?

 

Temporalmente

Me sobra espacio por todos lados y sin embargo estoy encerrada, abro la puerta del comedor que lleva al jardín lleno de hierba, me descalzo para sentir la fresca hierba por la mañana y solo noto espinas bajo mis pies que dejan una pequeña huella de sangre oscura y en cambio ni siquiera noto el dolor. Porque no duele. Lo que realmente me va consumiendo, aquello que ha ido mermando mi alma y fustigando mi corazón y sigue ahí.

Tal vez era eso lo que me hacía falta sangrar para sacar fuera todo el daño acumulado. Al ver esas marcas oscuras en mi pequeño jardín, vuelvo a entrar descalza a mi casa. Lavo y curo las heridas de las plantas de mis pies. Las seco y limpio el rastro que dejé de camino al baño. Vuelvo a salir al jardín y sigo sin calzado. Esta vez miro mis pies y no hay índice de sangre. Todo lo oscuro salió y ahora sí, puedo sentir el frescor de la hierba de la mañana y su aroma. Al menos, temporalmente, me siento mucho mejor y más libre. No hay porqué dejar de disfrutar de este momento, así que me dejo llevar sin más.