Esta mañana, mirando entre los libros de un estante del comedor he encontrado un libro al que tengo mucho cariño.
Se trata del libro «Microrrelatos Falleros» del año 2012. Un libro que recopila los cien mejores microrrelatos escritos para el «I Concurso de Microrrelatos Falleros» que organizaron Obra Propia y el diario Levante-EMV.
Entre este centenar de micros se encontraba uno mío. Aquí os lo dejo:
«Cada vez que lo miraba, me parecía que había cobrado vida. Daba la sensación de que sus ojos tenían un brillo especial, que me observaban. Sus manos no eran frías, sino cálidas y aterciopeladas.
Llegó el día, nervios incontrolados y sudor frío. Miles de personas pasaron por delante de él, se dibujaba en sus caras, una sonrisa de complicidad.
Finalmente, anunciaron por megafonía la noticia que hizo que volviera la calma de nuevo. Indultaron a mi niño, mi obra más querida, al Ninot que con tanto cariño creé, meses atrás. Una gran compensación para mí, tanto personal como artística».
Me ha gustado. Eso de escribir microrrelatos es un arte, desde luego. Para mi, difícil; muy difícil.
Muchas gracias por tus palabras. La escritura en si es arte, todos quienes escribimos, ponemos nuestra alma en ello cueste lo que cueste porque nos llena, no?
Esos recuerdos siempre saben bien, sobre todo si tienen tanto que ver con lo que nos gusta, escribir 🙂
Y tanto!! Emociona mucho, llena!