Vestida de rojo

Aunque el filo de tu boca ahora me haga sangrar, no te daré el placer de ver como emana mi sangre y como el caudal de un río, desciende entre rocas hasta el mar lleno de arena. Será invisible a los ojos del que nunca supo ni sabrá lo que es amar.

No podrás regocijarte con ese rojo que ahora cae rozando mi piel, esa piel que tantas veces se tornó fuego por ti.

 

Sin rastro

Y me disparas directo al corazón.

Ni rastro de sangre aparece por ningún lado y, sin embargo duele, tanto que casi consigue hacerme desvanecer.

No se cual es el tipo de arma con la que disparaste, quizá lo más moderno que existe ya que es invisible a la vista o tal vez, lo más conocido por todo el mundo, querido y temido a la vez porque si te da, te marca y te deja al amparo de los deseos de la otra persona y con la angustia e incerteza de no saber hasta quien sabe cuando, si ese amor es correspondido.

Espero que no seas cruel y el tiempo de respuesta, sea tan leve como un suspiro.

Agua oscura

La lluvia no me da miedo, solo los charcos tupidos. Aquellos que, por más que mires nunca verás el fondo. Agua turbia, de un tono marrón difícil de definir con total exactitud. Y si este agua está muchos días sin que nadie la pise, se vuelve pestilente a cualquier nariz, aunque ésta, sea de todo menos refinada.

Cuando pases por la calle, intenta pisar esos charcos, vacíalos, no los esquives ni mires a otro lado, ignorando lo obvio, lo que tienes justo delante. No le des tiempo a que se agríen, a que se mueran en una fangosa y contaminada vida. Si en tu vida quieres claridad y transparencia, no desees para otros una vida muy distinta.

1000 gracias a «Me gusta»

Hace unos días WordPress me anunció que había llegado mi blog a los 1000 «Me gusta». Para mí, esta cifra es una pasada y me llena de alegría.

Gracias a todas y a cada una de las personas que han puesto este Like, tras leer un post de mi blog, a quienes me siguen y a quienes acaban de encontrar mi blog mientras oteaba otros ya conocidos.

Un fuerte abrazo a tod@s de todo corazón.

Planeta de premios

Hace pocos días se celebró la entrega de los Premios Planeta y este año Dolores Redondo ha sido la ganadora de este clásico galardón.

Estos premios hacen que los autores que ganan el certamen tengan un Boom de éxito tremendo, por lo menos hasta que tras unos meses, el efecto Planeta, poco a poco se vaya desvaneciendo, pero eso sí, el autor o autora, 601000 eurazos del ala se llevan (antes de que Hacienda se lleve su parte, of course!). Este dineral hubieran querido los primeros ganadores del Premio Planeta, aquellos que participaron en 1951, que ganaron 60000 pesetas.

Hago una parada para decirles a las personas que no sean españolas o para l@s lectores más jóvenes, que la peseta era la anterior moneda al Euro. La verdad es que era una moneda con bastante solera, ya que se acuñó por primera vez en 1868 y nos dijo adiós en enero de 1999.

Volviendo al tema de los premios, decir que al leer en un periódico el nombre de la finalista y, a pesar de ser autora de otras obras y siendo sincera he de contaros que yo no conocía a esta autora. Llamadme ignorante, pero es así. Si alguien ha leído algo de ella, por favor que lo comente, será interesante, enriquecedor y quien sabe si alguno/a de los compañer@s bloggers le gusta, le intriga y compra alguno de sus libros.

A mí me gusta leer, pero en casa no tengo muchos libros que hayan obtenido el Premio Planeta. En cambio, tengo un Planeta de libros inmenso. En una  de las zonas más cálidas y positivas de este planeta vive «Alquilo habitación para cambiar tu vida«. Es un libro escrito por Jane Green, una autora neoyorquina que tiene esta web: www.janegreen.com/ y la verdad es que este libro emana optimismo por los cuatro costados. Os lo recomiendo.

Y, aunque mi planeta de libros no se puede decir que sea minúsculo, tengo ganas de verlo crecer y para ello, necesito de vosotras y vosotros, compañeros escritores. Me gustaría que recomendarais a todos los que escribimos.. el libro que más brilla en el Planeta de vuestra pequeña o grande biblioteca. Aquel libro que os tiene enamorados, que recordáis siempre y que son esos libros que tenéis la portada y contraportada bastante desgastadas.

Espero vuestros pequeños y grandes nombres de  Planetas de libros, vuestros libros favoritos, en este rinconcito, tan mío como vuestro.

Día de las escritoras

Hoy, 17 de octubre, se celebra el Día de las Escritoras. Una fecha en la que se realizan varios actos relacionados con esta temática tan amada.

Muchos de nosotros tenemos autoras y autores literarios que nos roban el sueño y nos lo cambian por un viaje imaginario a otro mundo, el suyo, y nos hacen partícipes de él, tanto, que a veces nos hacen sentirnos protagonistas o personajes secundarios de sus historias.

Hoy quiero felicitar a todas las mujeres que dedican parte de su tiempo a ofrecer sueños en forma de letras a todo el mundo. A autoras consagradas, a aquellas que tuvieron que ponerse pseudonimo para poder llegar a publicar y a miles de mujeres que escriben sus propios libros: a quienes autopublican, a las que tienen blog y a las mujeres con ganas de escribir y que aún no se han atrevido a ello.

También existe el Día del Escritor… pero se celebra el 13 de junio, no os penseis escritores (chicos) que no me acordaré de felicitaros en esa fecha! 🙂

pexels-photo

 

Bajo la cama

Un lugar donde vamos a descansar, a dormir, a rendirle cuentas y cada noche. Si, a nuestra querida Señora Almohada vamos a explicarle cómo nos ha ido el día, cómo esperábamos que hubiera ido, para susurrarle nuestras alegrías o humedecerla con nuestras tristezas. Nuestra cama y nuestra almohada son las guardianas de nuestros pequeños y grandes secretos, como para un creyente lo es, el confesionario de la iglesia donde acude al menos, un día a la semana a confesar sus minúsculos malhaceres y sus grandes angustias.

¿No creéis que es así? Para mí si lo es. Aunque tiempo, mucho tiempo atrás llegar a mi cama era algo que intentaba retardar lo máximo posible, ya que allí se escondían mis fantasmas, mis invisibles miedos en definitiva. Y si encima, esa noche fui capaz de empezar a ver una película de miedo, la hora de dormir casi se podía llegar a juntar con la hora que en teoría y por rutina diaria, tenía que levantarme para ir a estudiar o trabajar.

Mis pasos hacia el dormitorio eran silenciosos, muy ralentizados para conseguir que mis zapatillas no sonaran absolutamente nada en el instante que tocaran el suelo. Cualquier ruido me sobresaltaba pero tenía el aguante suficiente como para conseguir que mis cuerdas vocales no emitieran una señal en forma de grito que alertaras a mis temidos fantasmas. Sabía que no iban a salir todos a la vez y no era necesario que fuera así. Si  se asomara uno de ellos, solo uno, ya tenía suficiente para ponerme la piel de gallina.

Al llegar al dormitorio todo era oscuridad envuelta por un silencio nada reconfortante, bien al contrario, se erizaba el vello de los brazos continuamente. Encendí la luz de la habitación y si bien es cierto que desapareció la oscuridad, no lo hizo el malestar que bañaba mi cuerpo. Dudaba entre meterme en la cama e intentar dormir con la luz encendida, con encender la luz de la mesita de noche y leer hasta que mis ojos y mi cabeza no pudieran más y cayeran rendidos, abrazándome al libro o volver de nuevo hacia atrás un rato más hasta que se me pasaran los temores que me aplacaban y que casi me dejaban petrificada.

Decidí meterme en la cama y justo cuando estaba a escasos centímetros de ella, me agaché, levanté el edredón que casi llegaba al suelo y miré debajo de ella porque tenía la sensación de que allí había algo. Estuve un buen rato intentando ver algo, pero mis ojos, a pesar de que dieron más de diez vueltas al contorno rectangular y probaron de encontrar rastro alguno en cualquier rincón, incluidas las patas de la cama, no fueron capaces de percibir ninguna huella. «Pues aquí no hay nada» pensé. «Nada de nada».

Me metí en la cama, apagué la luz y poco a poco, noté como el sueño venía a verme.

A la mañana siguiente, mientras desayunaba, pensaba en todo lo que me estaba pasando, intentando averiguar el porqué de todo aquello. Y llegué a la conclusión de que hay épocas en la vida en las que las incertezas nos cubren el cuerpo, lo rodean y lo llenan de dudas que nos acompañaran durante días o incluso semanas. Nuestra autoestima se sumerge y bucea en nuestro estómago y nos roba hasta las ganas de comer. No vemos soluciones a nuestros problemas aunque tengamos la solución justo delante nuestro. Nos ahogamos en un mar de nervios artificial que nosotros mismos hemos creado sin darnos cuenta.

Nuestros fantasmas no se esconden bajo la cama, se esconden en nuestro ser.

36d07

Al otro lado

No pudiste ver como buceaba desde los pies de la cama hasta llegar al cabo de la cama, a la almohada. Y, justo ahí, reposaba tu cabeza. Ni siquiera notaste mi respiración. Fui invisible a todos tus sentidos como una medusa transparente, casi imposible percibir hasta que decide aparecer y rozar a su presa.

Es entonces cuando el tacto percibe una presencia extraña, cuando la respiración se altera, la boca se seca, la vista se pierde intentando localizar a quien o qué le ha tocado, y el oído, intenta agudizar el sensor, esperando que le oriente y localice, al ser que le ha perturbado la piel.

Es entonces cuando despiertas, enciendes la lámpara de la mesita de noche  y súbitamente te das media vuelta y me encuentras, a tú lado, justo ahí, al otro lado de la cama.

Me sonríes y tu forma de mirar me lo cuenta todo. Ahora, por fin nos hemos encontrado. Solo  falta que apagues de nuevo la luz.

 

pillow

 

Concierto del agua

Su boca solo escupe sandeces que manchan de gotas la tierra. Saliva envenenada y aún así el suelo agradece que él abra sus labios con fuerza y rabia y espera con impaciencia, otra retahíla más de palabras negruzcas y rostro enrojecido.

El suelo está seco, la hierba amarillo agónico y las flores se petrificaron hace meses. No llueve y ese agua a cuentagotas es bendecida por la tierra ya que casi no recuerda que es la lluvia. Cree recordar que es una cortina de gotas cayendo sinfín, iluminadas por unas ráfagas de sonido y luz alternativamente. Le llaman el concierto del agua.

Mientras no vuelvan a tocar todos los músicos en ese mismo escenario con su húmedo y refrescante repertorio, tendrá que conformarse esta, nuestra tierra con seres que blasfemen y saliven, en la montaña y en soledad.