Borra esa sonrisa

Llega un momento que se me agota el vocabulario para decirte que borres esa sonrisa de tú boca. He llegado a pensar que tus labios están bloqueados y no los puedes mover. Al menos, no haces el esfuerzo por intentarlo. No serás ficticio,  ¿verdad? Mirándote, recuerdo a un muñeco de feria de principios del siglo pasado. Aquellos que dan pavor con sólo mirarles la cara y ya no te cuento el miedo que dan, si mueven alguna parte de su cuerpo. Tampoco quiero mirarte demasiado, intimidas malévolamente.

Los muñecos parece que no puedan ir más allá de la caja de cristal en la que están contenidos y conservados para evitar su natural envejecimiento y deterioro. Aunque tampoco pondría la mano en el fuego para asegurarlo. Pero aún, sin aparentemente poder salir de ahí, creo que si tuvieran vida, sus intenciones traspasarían al otro lado del cristal. Eso es justamente, lo que te pasa a tí, lo que transmites intencionadamente y clavas el dolor hasta llegar al alma. Entonces es cuando sonríes. Y es entonces cuando despierto y se borra esa sonrisa de tú cara!

Besando el suelo

Ojalá pudiera ponerle un nombre a ese momento. No es que me falten adjetivos. Se me ocurren en este momento infinidad de ellos. Ahora que lo pienso bien, alguno de ellos los tenía guardados en una vieja cartera en el fondo de un cajón. Si, justo aquel cajón que nunca tocas. El lugar del olvido.

El caso es que, entre tantos adjetivos no encuentro ninguno que defina con el justo acierto, que sea el dardo clavado en el centro de la diana y pueda dar con la palabra que sentencie la sensación de ese instante.
Quizás es que llevo una temporada apático. Tengo altibajos como todo el mundo, no soy excepcional en ese sentido y tampoco es mi intención serlo.
Tengo claro que estando así, no tenía que haber empezado esa relación. Le dejé claro que no quería nada serio, pero creo que ninguno de los dos en ningún momento ha sabido el significado de serio y diferenciarlo de «algo más que esporádico».
Sus besos me viciaban igual o más que el chocolate. Eran mi perdición. Hoy besarle me trae a la mente una imagen, estar en una calle, enmedio de la calzada, besando el suelo.

 

70H