Desaprender

¿Quien dice que si somos adultos, no podemos soñar despiertos con nuestras pequeñas ilusiones? Si es así, tampoco las soñará de noche. Intuyo por lo que me cuentas que sufres ese tipo de dormir con clavos en la almohada por forzarte a no fluir.

Dime infantil, inconsciente, inmadura, que aún tengo mucho que aprender para llegue a crecer algún día … Pues vale, no me importa porque no aporta nada esas palabras vanas y vacías.

Si es así, olvidaste tras el otro lado de la puerta cerrada a cal y canto tu niñez, las sorpresas fuera de días señalados que en casa recibías. Dejaste atrás el significado de una sonrisa de un niño, del brillo de los ojos de una persona cuando se emociona, del llanto alegre, de pintarte la cara de mil colores y de paso ensuciar las paredes de casa. ¿Tus recuerdos se congelaron o los tiraste por la ventana?  Tú piel se tornó lija, dura e inalterable en lugar de vibrante, cercana al sentimiento más dulce que se puede ver muchas veces mirarte los brazos y ver como tu bello poco a poco se eriza sin saber del todo a cuento del porqué te ha pasado.

Sigue tú  aprendiendo a ser alguien correctísimo, recto, un témpano. Si quieres a seguir por el camino que lleva a ninguna parte, al que no tiene más que una sola dirección ya estudiada desde el momento que iniciaste tu camino.

Déjame así y aléjate de mí. Si esto es desaprender, lo prefiero antes de envejecer sin sentido, sin notar nunca más, pequeños pinchazos de alegría en mi alma, sin emocionarme, sin dejar nunca de ser niña. Quiero andar por aquellas veredas que dan opción a un cambio de dirección porqué si, a la improvisación, a vivir.

 

 

Sin darse cuenta

¿Tienes hambre? ¿De qué?

Lo sabes realmente? De ganar más dinero, de tener más amigos, de viajar más quizás? Pues resulta que ese hambre no es de fácil digestión. En ocasiones, nos sentimos en pleno momento álgido de sueños y nos llenamos la mente de sueños. Eso está bien, pero tantos a la vez quizás nos provoquen una indigestión.

Algunos domingos por la tarde, creo en mí misma, un espacio al que llamo «Mis 5 minutos de reflexión». Es como meterme en una caja de zapatos donde solo hay espacio para mí y pienso en un sueño. Ya me indigesté años atrás varias veces y se pasa realmente mal cuando no llegas a alcanzar todas las metas que deseas. Al menos, todas a la vez. Super Mujeres con capa, solo conozco una y la vi por televisión, en una película (no pude aguantar verla más de 30 minutos).

Caixa

Mi sueño e ilusión al mismo tiempo es aprender de los demás. La capacidad de superación de las personas, sus actos que aportan a otros positividad. Cada pequeño gesto hace grandes a las personas y está hecho por una gran persona a la vez.  Discretos gestos crean la complicidad, el cariño y el amor en cualquiera de sus formas.

Las barreras las creamos nosotros mismos a menudo. Igual que sabemos levantarse, podemos hacerlas caer.

Estoy gratamente sorprendida de tener la oportunidad de aprender de los demás. De hecho, casi, casi a diario me sorprendo al ver que estoy rodeada de personas que me aportan tantas cosas, que me hayan ayudado a deshacer el nudo del pañuelo que cegaba mis ojos. Y lo mejor, que muchas veces, sin darse cuenta de ello.

 

 

Luz

Un cielo gris de semblante terrible, anuncia quizás tormenta. Y sin embargo, siempre hay sitio para un resquicio de Sol, para abrir paso a tímidos rayos de Sol que provocan sonrisas y esperanzas.

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